El testimonio de Susana, en primera persona y recogido por Aldeas Infantiles, pertenece al Diario Colectivo de la Plataforma VIDAS. Un relato plural y diverso sobre lo que supone este proceso de desinstitucionalización.
Hola, me llamo Susana Cañas Rey y os voy a contar mi historia. Tengo 58 años, estoy casada con Juan José Antoranz Martín y tengo 3 hijos, 2 de ellos de mi matrimonio anterior de 32 y 30 años, y el pequeño de 21 años. Soy de Madrid, aunque llevo viviendo en Alovera, un pueblecito de Guadalajara, más de 20 años.
Mis hijos mayores ya están independizados y tienen su vida fuera del entorno familiar. Por el contrario, Nacho, que es el menor, vive con nosotros. Él tiene una discapacidad reconocida del 100%, aunque yo no creo mucho en eso de las discapacidades, siempre digo que tiene capacidades diferentes a las de los demás. Es ciego-sordo por una enfermedad ultra rara de la que sólo hay unos 1000 casos vivos en todo el planeta: Síndrome de Alström.
Yo he hecho un poco de todo en esta vida, desde ser deportista y dedicarme profesionalmente a impartir clases de patinaje artístico (es mi deporte favorito), a montar un negocio de panadería y pastelería con reparto a domicilio. También llevé la contabilidad de diversos negocios. Pero desde hace muchos años, tenía en la cabeza que debería ayudar de alguna manera a los niños que por diferentes motivos estaban solos pasándolo mal.
De hecho, yo estuve en protección de menores ya que mi padre nos abandonó y mi madre necesitó ayuda hasta que pudo salir adelante. He de decir que Juanjo, mi esposo, siempre me apoyó en mis pensamientos de ayudar de alguna manera. Podréis pensar que ¿por qué no tomé la decisión antes?… tal vez no era el momento, tenía que centrarme en las dificultades de Nacho y ahora que están más o menos controladas, decidimos que era hora de dar el paso.
Cuando conocimos el proyecto Acoges+ de Aldeas Infantiles nos dimos cuenta de que era eso lo que teníamos que hacer, acoger en nuestra familia a niños y/o niñas con dificultades. Me pareció muy interesante que el proyecto se basara en la no separación de hermanos, o en acogimiento a niños con discapacidad.
Después de muchas entrevistas, test psicológicos y reuniones, estábamos preparados para la formación. Esos dos días de curso me alentaron aún más a querer ayudar y poner a disposición de esos niños y niñas todo lo que tenía dentro por ofrecer y el cariño reparador que podría darles.
Susana, de ‘Acoges+’
Llegó el momento más esperado. Nos presentaron un caso de una niña de 14 años, casi 15, con discapacidad. Además, una mochila de vivencias difíciles cargando en su espalda. Ella estaba en un centro residencial de acogida junto con otros 4 hermanos que estaban ya en diferentes familias de acogida. Nos dieron una semana para decidir si aceptábamos el caso o no. Cuando salimos de esa reunión ya sabíamos perfectamente que íbamos a decir que sí, nosotros éramos de las últimas oportunidades que ella tendría para encontrar una familia de acogida ya que por la edad y su discapacidad no sería fácil.
Después de mes y medio conviviendo con ella, puedo decir que es cierto que hemos vuelto a recorrer un camino que ya teníamos un poco olvidado, la adolescencia. Sin embargo, el sentimiento de saber que estás ayudando a cerrar heridas y a darle otro tipo de familia diferente a lo que ella conocía, sus risas, unas charlas por la noche después de cenar, un rato viendo una película juntos, o un “buenas noches Susana”, hacen que se minimicen los pocos problemas que tenemos en el día a día. Hasta ahora no hemos tenido dificultades graves, sólo ha sido el tema de negarse a comer algo específico y lo hemos resuelto hablando y negociando con ella.
Uno de los retos que vemos con el acogimiento es que sepamos transmitir toda la formación que nos ha brindado Aldeas Infantiles. Porque he de decir que todo lo que sé ahora a partir de los cursos me hubiera gustado saberlo cuando crié a mis hijos. Además reconozco que no siempre lo hice bien y el mayor logro sería transmitirle a la niña toda esta formación para que a medida que crezca sepa cómo gestionar sus emociones y situaciones familiares.
Para el futuro sólo quiero que ella sea lo más feliz que pueda en cada momento, si conseguimos que pueda valerse por sí misma y ser feliz habremos conseguido el objetivo. En un futuro nosotros nos vemos teniendo una relación con ella de familia, de abuelos con nietos. Porque ella como nuestros otros hijos, siempre será parte de nosotros, de nuestra familia.